Fausto era un ser humano único en su clase: colaborador, trabajador, buen padre, buen amigo y buen esposo, un genio en los negocios son sólo algunas de las características que lo describen.
Todos los que lo conocimos, tenemos al menos una historia que contar en la que fue una sólida roca en momentos difíciles o nos ayudó a resolver situaciones en las que no podíamos ver solución hasta recibir uno de sus sabios consejos.
Fue Policía, Mecánico, Ingeniero, Arquitecto, Paisajista, Electricista y todo lo que uno pueda imaginarse. Siempre tenía muchas ideas para resolver todo lo que se le presentaba y no había nada que se escapara a su ingenio. En cada lugar que habitó siempre dejó una marca de su labor.
Sus hijos los recordamos como un padre alegre, jocoso, servicial y siempre dispuesto a brindarnos un consejo o encaminarnos cuando debíamos tomar una decisión.
Como esposo fue el mejor. Siempre se preocupaba por que no faltara nada en la casa, que todo funcionara correctamente para que estuvieran cómodos, era complaciente y considerado con su esposa y siempre buscaba la manera de que estuviera contenta.
Aunque ya no lo tenemos físicamente con nosotros, él está siempre en nuestros corazones y pensamientos, pues no hay forma de olvidar a un ser tan excepcional y especial para todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo y compartir con él.
Tenemos la plena confianza de que se encuentra con nuestro Señor Jesucristo y que junto a El ha encontrado paz y tranquilidad, hasta que nos encontremos nuevamente con él.
Te extrañaremos por siempre Padre querido, esposo amado, amigo entrañable.
Descansa en paz. Hasta siempre.